martes, 25 de noviembre de 2014

El liderazgo en la organización educativa

El papel de dirección y organización en los centros escolares es fundamental,  pero hablar de ello implica hablar además del liderazgo.

¿Cómo debe comportarse el director?

El director de un centro debe crear un clima de satisfacción válido para todos, saber resolver los conflictos, tomar decisiones, tiene que saber escuchar las diferentes opiniones, motivar, etc. Por tanto, su papel es muy importante ya que se encarga de varias tareas todas ellas muy significativas.

No debe abusar de su situación de líder e imponer su autoridad a los demás, obligando a cumplir sus reglas o provocando situaciones no democráticas.

Como se afirma en el artículo, debe tratarse de un liderazgo compartido dentro de la organización, que escuche las opiniones de todos.

Debe poseer las competencias profesionales necesarias, saber analizar, tomar decisiones cuando sea necesario y, lo más importante desde mi punto de vista, estar abierto siempre a las propuestas de los demás y no considerar las propias como únicas.


En resumen,  creo que debe existir esa figura del líder pero las decisiones que se tomen deben ser fruto del consenso entre todos los miembros. 

2 comentarios:

  1. Asemejamos la figura del líder con una persona admirable, alguien al cual seguimos por sus cualidades (humildad, honestidad, trato personal...). Todo líder debe saber controlar su poder y no abusar de él, puesto que de hacerlo se convertiría en un dictador haciendo todo lo que le plazca y rechazando propuestas de los demás. Por lo tanto, otra cualidad del líder es el autocontrol, saber en todo momento quién es, porqué está ahí y gestionar bien su poder.

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  2. Con la reforma de la ley de educación el papel del director va a cambiar y esta figura representativa va a focalizar casi todo el poder de decisión del centro. La supuesta intención inicial de este hecho era que así mayor número de gente querrá acceder al puesto, ya que hasta ahora estaba poco remunerado y conllevaba bastante trabajo. Sin embargo, esta propuesta supone una contradicción de base. Si con la educación pretendemos transmitir valores de cooperación y trabajo en equipo, e incluso democráticos, ¿por qué hacer que una sola persona acapare la última palabra? Por ello no estoy a favor de que una persona tenga tanto poder, ya que la función del director es demasiado compleja como para que la ostente una sola persona. Así, quizá resulte conveniente que las funciones del director se dividan en dos y aparezca la figura del director pedagógico y la figura del director académico.

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